Aun sabiendo que se acerca la semana santa voy a escribir este post porque mi hija sigue hablando de la navidad como si fuera ayer, en mi casa se sigue tocando la pandereta, cantamos la marimorena y cuando ve un pino dice toda ilusionada ¡árbol de navidad!
Yo este año no estaba muy ilusionada con la decoración navideña... no sé no me apetecía mucho y eso que en mi casa siempre hemos decorado en el puente de diciembre. El caso es que Paco que es el Grinch de la Navidad me insistió en que lo hiciéramos por la niña y tanto me metí en el papel que acabaron decoradas todas las puertas de mi casa, la pared de la cocina, el susodicho árbol, los muebles del salón, jajajajaja y Alejandra contentísima.
Su actividad favorita fue montar el árbol, lo hicimos y deshicimos unas cuantas veces y aunque no era un árbol para salir en las revistas de decoración era su árbol y las bolas estaban puestas donde ella quería ( aquí me acuerdo de mi compañera con su árbol con cintas moradas y lazos de Hello kity decorado por su hija) era el árbol de Alejandra.
Empezamos la decoración suavemente puesto que mis ánimos no eran los mejores, sólo íbamos a poner el árbol y los adornos de siempre, luego fuimos a los chinos del barrio y le gustaron unas pegatinas así que las compré y las pusimos en la cocina. Después encontré en otra tienda en Azuqueca otras pegatinas que eran más chulas y ahí ya nos entró la fiebre: la puerta de la entrada por sus dos lados, el mueble de salón, la puerta de la cocina y de las dos habitaciones, jajaja. Si hubiera tenido patio acabo poniendo luces navideñas a lo americano.
Así que para el año que viene espero no tener muchos ánimos tampoco porque sin tenerlos mi casa parecía un escaparate navideño, no me puedo imaginar como me apetezca...
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